Las cartas que madame de Sévigné escribió a la condesa de Grignan, suhija, han pasado a la historia por ser una cima absoluta de laliteratura epistolar, aún más, de la literatura amorosa. En efecto, la marquesa de Sévigné, viuda de un vividor, vuelca en su hija reciéncasada un amor filial complejo y anhelante, hasta descubrir ?alarmada, por más que Sévigné no sea ninguna beata? que la ama más que a Dios.Figura destacada en la brillante corte de Luis XIV, ese Grand Siècleen el que coincidieron los espíritus más ingeniosos, esta salonnière,amiga íntima de madame de La Fayette y de François de LaRochefoucauld, brilla por su inteligencia, su ironía, sus pullas y lafrescura y gracia de su estilo, por su prosa espontánea y zigzagueante como una conversación. Las modas, los embarazos que enferman a lasmujeres, la querella de los antiguos y los modernos, las murmuraciones de la corte o la fugacidad de la vida, todo lo abarca esta mujerimparable en la vida pública de su tiempo que posee las virtudesanalíticas de una psicóloga, el apasionamiento de una novelista y lasagacidad de una filósofa.De las más de mil cartas q