Hace unos años, Linda Kinstler se enteró de que un hombre que llevabadécadas muerto ùun exnazi que había pertenecido a la misma brigadaasesina que su abueloù era objeto de una investigación criminal enLetonia. Existía un riesgo real de que el proceso judicial desembocara en su absolución. Como estaba pasando en otros lugares de Europa,algunos hechos incontestables y arduamente probados del Holocaustoestaban siendo puestos en duda al mismo tiempo que morían sus últimossupervivientes, es decir, sus últimos testigos legales.En todo elmundo, los juicios al nazismo siguen abriéndose paso en lostribunales. Casi un siglo después de los Juicios de Núremberg, todavía se les pide a las víctimas que aporten pruebas de lo que pasó y, enuna era de creciente revisionismo y negación, se cuestionan sucredibilidad.En su fascinante debut, Linda Kinstler investiga tanto su historia familiar como los archivos de diez países para preguntarse:¿qué se necesita para probar los hechos históricos en este sigloincierto?, ¿cuántos fantasmas del pasado deben pisar los tribunalespara dar carpetazo a los crímenes más atroces